El timonel

La abeja laboriosa no tiene  tiempo para la tristeza

William Blake

El timonel del drakar sostiene firme el timón. Se aferra a él con tenacidad, sus manos rodean el palo resbaladizo con estupor; nunca presenció una tormenta de esta naturaleza. Montañas de hielo trazan senderos entre olas impacientes que conducen a profundidades inexpugnables. El frío es empujado salvajemente por el viento entre desfiladeros angostos y prepotentes. Las gotas de agua saltan furiosas, son inescrupulosos dardos que atraviesan barbas espesas y se clavan en el rostro. Imposible protegerse los ojos -Esos que pugnan entre el llanto y el desafío-. Está en el navío insignia, guerreros avezados  manejan los remos; es la nave  encargada de  aventurarse a lo desconocido, a explorar sin cartas marinas que la guíen. Solo con la experiencia arremolinada en la intuición.

Es la primera de veinticinco embarcaciones; las crónicas mezcladas con las leyendas relatarán en el futuro que solo arribaron catorce de ellas con sus cargas al lugar prefijado. Las restantes  retornaron a Islandia o se perdieron en las desconocidas comarcas marinas. Partieron hace diez días del fiordo de Breide  y trasladaban hombres, mujeres, niños, ancianos, caballos, vacas, utensilios y herramientas; el sueño declarado era perseguir su tierra prometida,  a ser artífices de su destino,  a construir su futuro. Él había convenció a su hermano hablándole con pasión de Groenlandia, la “tierra verde” más allá de sus penurias cotidianas, de sus presentes sin horizontes, de sus vidas malgastadas en el esfuerzo. Arrastró con sus palabras desbocadas, frenéticas a su única familia. Subieron al drakar con el dragón furioso guiándolos en la proa, ese mascarón desafiante, irrespetuoso que colgado sobre el abismo escrutaba el horizonte. 

Hace unas horas se desató la tormenta. Repentinamente la serpiente marina que habita en las oscuras profundidades se estremeció en su letargo y todavía se encuentra reptando furiosa por el fondo descargando su malhumor sin miramientos. En la superficie los iceberg danzan frenéticamente, cambian de dirección, se mutilan arrojando fragmentos de su mole al mar que provocan remolinos y arrastran todo lo que está a su alcance al fondo. Los remos, inútiles en estas condiciones, se recuestan en el casco. Él -timonel comprometido con su función- está atado, no le puede suceder nada ya que la supervivencia de todos en esa desprotegida embarcación depende de su fortaleza y reacciones. 

Imprevistamente desaparece el navío en el cual viaja la familia de su hermano. Todos son engullidos vorazmente sin posibilidad de brindarles ayuda.  Los gritos angustiados son más fuertes que los producidos por truenos y olas golpeando contra los cascos. El silencio solo es escuchado dentro de su mente. A lo único que atina es a crispar sus manos apretando con más fuerza el timón.  Le es imposible saltar, para intentar  salvarlos o hundirse con ellos.

Por primera vez en muchas horas el mar se tranquiliza, los vientos cesan, los témpanos descansan después de la loca carrera. Mira desde su posición, los tripulantes están derrotados, recostados encima de los remos, agotados. Mira hacia afuera y en el agua ahora calma cree distinguir  las caras de los que nunca más verá, de aquéllos que esperarán la batalla definitiva al final de los tiempos, como describe su mitología. Adivina en las profundidades, incrustados contra las rocas, el rostro del dragón  vencido, mutilado por los golpes. En el silencio del desasosiego entona una triste canción que habla de sueños convertidos en pesadillas, de utopías derrumbadas por la tragedia.

 Su viaje terminó antes de dar a luz a la quimera. Ahora puede llorar. Lastima la madera mojada con los nombres perdidos.

Notas

Drakkar:

Los drakkars eran embarcaciones largas, estrechas, livianas y con poco calado, con remos en casi toda la longitud del casco. Versiones posteriores incluían un único mástil con una vela rectangular que facilitaba el trabajo de los remeros, especialmente durante las largas travesías. En combate, la variabilidad del viento y la rudimentaria vela convertían a los remeros en el principal medio de propulsión de la nave.

La palabra «drakkar» es una transformación de un antiguo término islandés usado para designar a los dragones. A la embarcación conocida como drakkar se la ha llamado así debido a que a menudo el mascarón de proa de las embarcaciones vikingas consistía en la representación de la cabeza de una de estas bestias fabulosas. Se llamó por tanto drakkar a estas embarcaciones por metonimia de una de las partes que las constituían.

Eric “El rojo”: Asentamiento en Groenlandia

Después de tres inviernos lejos de casa al regresar a Islandia Erik presentó de tal forma lo que había descubierto que se organizó una emigración en masa. Groenlandia fue llamada Tierra Verde ya que Erik pensó que si daba al nuevo país un nombre atractivo mucha gente le seguiría. Ese verano partieron del fiordo de Breide veinticinco barcos con hombres, mujeres, niños, ancianos, caballos, vacas, útiles, … Solo llegaron a su destino catorce barcos (drakkar), del resto unos regresaron a Islandia y otros desaparecieron en las profundidades del mar.

Erik el Rojo llegó finalmente a uno de los fiordos que conocía con setecientas personas y las distribuyó

Mitología Escandinava:

El fin de los tiempos

La visión nórdica antigua del futuro es sombría. En el final, se creía, las fuerzas del mal y el caos sobrepasarán en número y vencerán a los divinos y guardianes de los hombres del bien y el orden. Loki y sus monstruosos hijos romperán sus ataduras; los muertos navegarán desde Niflheim para atacar a los vivos. Heimdall, el vigilante de los dioses, convocará a los anfitriones celestiales con un bramido de su cuerno. Luego seguirá una batalla final entre el orden y el caos (Ragnarök), que los dioses perderán, ya que así es su destino. Ellos, conscientes de esto, juntarán a los mejores guerreros, los Einherjer, para pelear de su lado cuando el día llegue, pero en el final serán impotentes para prevenir al mundo de descender en el caos del cual una vez emergió; los dioses y su mundo serán destruidos. El mismo Odín será engullido por el lobo Fenrir.

Sin embargo, habrá unos pocos supervivientes, ambos humanos y divinos, que poblarán el nuevo mundo, para volver a empezar el ciclo

Serpiente marina:

Jörmungandr la serpiente marina que se encuentra rodeando al mundo.

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