Estarás siempre presente en mis recuerdos

Estarás siempre presente en mis recuerdos

Es muy difícil, y a la vez muy fácil. Muy difícil porque se agotaron las posibilidades de compartir: una conversación, un café, un dibujo, un comentario, una sonrisa. Porqué ya eres una ausencia que se corporiza en textos, en cuadros, en la escalera de tu casa. Como las ausencias  de papá, los abuelos, primo y tías, además de amigos. Y duele, duele desde la historia, duele para el futuro. Pero es fácil, porque tu palabra está ahí, solo hay que prestar atención y nos llegará, porque al caminar por cualquier calle de Buenos Aires tu figura espigada buscando que su sombra se distinga en la acera nos cruzará para estar juntos, porque esas manos cantoras que gesticulaban apoyando los argumentos de una discusión seguirán dibujando sueños, porque esos ojos que exudaban miradas que atravesaban lo superficial nos darán nuevas visiones. Es fácil porque siempre estarás dentro de nosotros acompañándonos. Dándonos consejos, retándonos por estar distraídos, bajándonos a la realidad con tus ironías, acariciándonos con tus sarcasmos, robándonos sonrisas con tu humor tan inteligente, tan mordaz, tan inglés.

Tuvimos diferencias —ideológicas, estéticas—. A veces las conversamos, otras las dejamos de lado. Siempre nos respetamos y nos admiramos, nunca nos dijimos cuanto ya que no hacía falta. Yo no concebía el diseño de una casa sin tu guía, cómo fue imposible escribir una novela sin que la tapa fuera tuya. Vos leíste durante años las crónicas que diariamente te envié y siempre me devolviste tus impresiones. Fuimos tan distintos como iguales. Aprendimos que la vida se escurre, es mezquina, no se brinda gratuita. Hay que buscarla, descubrirla, no combatirla. Que detrás de las columnas, de los muros hay otra realidad, hay laberintos propios y ajenos. Que toda forma oculta algo, que tiene sus misterios a revelar, sus historias a desenmascarar. Yo me sumergí en la alquimia de las palabras, vos en los trazos firmes, rigurosos. En cada croquis encerraste sin aprisionar, sin asfixiar a una idea, un concepto. Lo hiciste visible   sugiriendo, encriptando tu discurso en superficies sin límites, dándole tu opinión, tu mirada crítica. Yo busqué despojar a la realidad común de sus disfraces, de su simplicidad engañosa describiendo sus colores, sus grises de fachada con la complicidad de las palabras. Los dos buscamos con inteligencia descifrar sentidos a lo cotidiano. Ahí nos reconocimos sin hablarlo. No hacía falta.

Y lo desarrollamos durante la niñez. Juntos. Fuimos compinches sin saberlo. Fuimos aprendiendo los senderos que utilizamos para explorar el universo que nos abarcaba, a caminar mirando las maravillas que nos rodeaba, a compartir sueños. Era un mundo a nuestra medida, distinto a los demás. Y recolectamos las herramientas para edificar fantasías. Y entonces, un día, decidimos que llegar a la casa de la profesora de inglés –vivía en la misma manzana- trepando azoteas y medianeras era más directo y emocionante que caminar por las veredas; o que ir al club en tren al club sin pagar boleto era más interesante que el recorrido en colectivo; o que en vez de ir a inglés fuéramos bajo la sombra del ombú o caminar por las vías del ferrocarril esquivando trenes; o saltar los alambrados del club para escaparnos a los terrenos misteriosos orillando el río donde hoy está la Ciudad Universitaria; o fugarnos a los recitales de rock -siempre mantuviste la tesis que estuvimos en el recital en que Almendra estrenó “Muchacha ojos de papel”; ni hablemos la vez en que tomamos el colectivo furtivamente para ir a la bombonera solos a ver river-boca. 

Estas anécdotas y muchas más, muchas más forjaron nuestra visión de la vida, nuestras personalidades.

Y construimos. Nuestros hijos, los primos, son los que arman las reuniones, los que mantendrán tus recuerdos y los míos.

Estoy orgulloso de ser tu hermano mayor. De haberme asomado a la vida en tu compañía, de haberte tenido siempre cerca a pesar de la distancia. Y no cambiará, seguirá igual.

Dónde estés. Si es que estás, si estás llegando, siempre habrá alguien que se sienta digno de recibirte.

Te quiero HERMANO

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