Carlos Gath, el mayor de una dinastía inolvidable.

Por Osvaldo Garraffo.

Los cuatro hermanos Gath fueron jugadores de hockey sobre césped surgidos en el Club Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires en la década del 60.

Hijos de una excelente jugadora de gran personalidad que brilló en los años cincuenta y comienzos de los sesenta.

Hijos de una excelente jugadora de gran personalidad que brilló en los años cincuenta y comienzos de los sesenta.

Carlos junto a su hermano menor Daniel alcanzó a jugar en el plantel de primera división A.

En 1962, cuando el que suscribe estas líneas no sabía aún de la existencia de este deporte, Carlos Gath ya era campeón. Integró el equipo de Infantiles de «Muni» que

ganaría por primera vez un torneo oficial de la Asociación Amateur Argentina de Hockey. Fue en el Seven a Side jugado en San Fernando y sus compañeros fueron Héctor Messina, Guillermo Coto, Miguel Angel Arbini, Marcos Santi, Correa y

Jorge García Monticelli. Su entrenador era Oscar Saporitti. Su hermano Héctor fue suplente. Aquella misma tarde media hora después los Juveniles también ganarían ese torneo de Seven.

Carlos fue contemporáneo del recordado Osvaldo Sabbione, de Oscar Saporitti, del flaco «Nandi» Calp, de Eduardo Dupont y más cerca de Norberto Ayala, por nombrar algunos mediocampistas como él.

Fue un jugador dotado de buen tacto con la bocha y que sabía cuidarla como pocos, tal vez una cualidad que le dejó su paso por el hockey sobre patines en los equipos juveniles del club. Su puesto era inside derecho pero podía ocupar cualquier posición en la zona media. Siempre fue un jugador que supo adaptarse a las necesidades del equipo y a las exigencias de los técnicos.

Su frondosa barba y su vincha le daban un aire de guerrero vikingo, pero nada tenía que ver con su estilo de juego que fue darle prioridad al buen trato de la bocha, siempre dejó entrever que su fuerte era su técnica. Por eso creo que Carlos quedó a contracorriente de las características que «Muni» le imprimía por aquellos años a sus equipos masculinos. Recuerdo ver a la primera división integrada con jugadores de gran porte y potencia física que se parecían más a «rugbiers» que a jugadores de hockey.

Carlos era una suerte de cerebro generador de jugadas y más identificado con el estilo de Fernando Calp, capaz de dosificar en partes iguales el aspecto

defensivo con el ofensivo. Una característica muy de Carlos era que trasladaba

la bocha muy cerca de sus pies y durante los setenta minutos de un partido la mayoría de sus asistencias eran de «push», que era el gesto técnico que más

dominaba. Fue también un adelantado en utilizar el «flick» aéreo cuando aún muy pocos lo hacían.

Le tocó la era del hockey sobre hierba natural y con campos muchas veces irregulares, pero Carlos mostró que también la recepción de la bocha fue un

aspecto seguro de su juego. Nunca fue un jugador veloz, no necesitaba serlo.

Siempre iba una jugada «adelante», sabía descifrar lo que su equipo carecía en distintos momentos del partido.

Lo recuerdo siempre dispuesto a buscar el pase al mejor jugador ubicado, y siempre atento a auxiliar a un compañero en apuros. El estar desmarcado para ofrecerse como descarga era una cualidad muy suya. Su despliegue era generoso y su actitud de entrega al equipo nadie pudo ponerla en duda jamás.

Cuando la «era Messina» llegó a mediados de los setenta su estilo encajaba muy bien con la idea del hockey técnico y pulido que proponían los jugadores de la nueva camada. Participó con entusiasmo en el comienzo de aquel ciclo tan fructífero, cuando junto a más de veinte jugadores fueron en febrero de 1975 a realizar la

pretemporada en un camping de Villa Gesell y yendo a entrenar a las cercanas y extensas playas de.Cariló.

Pero su apogeo ya había pasado. Su ultima temporada fue la del año 1977. Por aquel entonces su hermano Daniel sería el último Gath que ibamos a ver lucir la albiceleste, convertido en un baluarte de las defensas de aquellos primeros planteles ganadores de varios campeonatos desde 1976 hasta finales de los

gloriosos años ochenta.

Buenos Aires, 15 de agosto de 2022

Carlos Gath, el mayor de una dinastía inolvidable.

Por Osvaldo Garraffo.

Los cuatro hermanos Gath fueron jugadores de hockey sobre césped surgidos en el Club Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires en la década del 60.

Hijos de una excelente jugadora de gran personalidad que brilló en los años cincuenta y comienzos de los sesenta.

Carlos junto a su hermano menor Daniel alcanzó a jugar en el plantel de primera división A.

En 1962, cuando el que suscribe estas líneas no sabía aún de la existencia de este deporte, Carlos Gath ya era campeón. Integró el equipo de Infantiles de «Muni» que

ganaría por primera vez un torneo oficial de la Asociación Amateur Argentina de Hockey. Fue en el Seven a Side jugado en San Fernando y sus compañeros fueron Héctor Messina, Guillermo Coto, Miguel Angel Arbini, Marcos Santi, Correa y

Jorge García Monticelli. Su entrenador era Oscar Saporitti. Su hermano Héctor fue suplente. Aquella misma tarde media hora después los Juveniles también ganarían ese torneo de Seven.

Carlos fue contemporáneo del recordado Osvaldo Sabbione, de Oscar Saporitti, del flaco «Nandi» Calp, de Eduardo Dupont y más cerca de Norberto Ayala, por nombrar algunos mediocampistas como él.

Fue un jugador dotado de buen tacto con la bocha y que sabía cuidarla como pocos, tal vez una cualidad que le dejó su paso por el hockey sobre patines en los equipos juveniles del club. Su puesto era inside derecho pero podía ocupar cualquier posición en la zona media. Siempre fue un jugador que supo adaptarse a las necesidades del equipo y a las exigencias de los técnicos.

Su frondosa barba y su vincha le daban un aire de guerrero vikingo, pero nada tenía que ver con su estilo de juego que fue darle prioridad al buen trato de la bocha, siempre dejó entrever que su fuerte era su técnica. Por eso creo que Carlos quedó a contracorriente de las características que «Muni» le imprimía por aquellos años a sus equipos masculinos. Recuerdo ver a la primera división integrada con jugadores de gran porte y potencia física que se parecían más a «rugbiers» que a jugadores de hockey.

Carlos era una suerte de cerebro generador de jugadas y más identificado con el estilo de Fernando Calp, capaz de dosificar en partes iguales el aspecto

defensivo con el ofensivo. Una característica muy de Carlos era que trasladaba

la bocha muy cerca de sus pies y durante los setenta minutos de un partido la mayoría de sus asistencias eran de «push», que era el gesto técnico que más

dominaba. Fue también un adelantado en utilizar el «flick» aéreo cuando aún muy pocos lo hacían.

Le tocó la era del hockey sobre hierba natural y con campos muchas veces irregulares, pero Carlos mostró que también la recepción de la bocha fue un

aspecto seguro de su juego. Nunca fue un jugador veloz, no necesitaba serlo.

Siempre iba una jugada «adelante», sabía descifrar lo que su equipo carecía en distintos momentos del partido.

Lo recuerdo siempre dispuesto a buscar el pase al mejor jugador ubicado, y siempre atento a auxiliar a un compañero en apuros. El estar desmarcado para ofrecerse como descarga era una cualidad muy suya. Su despliegue era generoso y su actitud de entrega al equipo nadie pudo ponerla en duda jamás.

Cuando la «era Messina» llegó a mediados de los setenta su estilo encajaba muy bien con la idea del hockey técnico y pulido que proponían los jugadores de la nueva camada. Participó con entusiasmo en el comienzo de aquel ciclo tan fructífero, cuando junto a más de veinte jugadores fueron en febrero de 1975 a realizar la

pretemporada en un camping de Villa Gesell y yendo a entrenar a las cercanas y extensas playas de.Cariló.

Pero su apogeo ya había pasado. Su ultima temporada fue la del año 1977. Por aquel entonces su hermano Daniel sería el último Gath que ibamos a ver lucir la albiceleste, convertido en un baluarte de las defensas de aquellos primeros planteles ganadores de varios campeonatos desde 1976 hasta finales de los gloriosos años ochenta.

Buenos Aires, 15 de agosto de 2022

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