24/07/2013 Frìo amanecer

Leer análisis generado por Gemini

Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr —tomado prestado de un comic guardado en el desván—. Es la exclamación escapada involuntariamente de un explorados perdido entre desfiladeros de hielo. Inmensos planos colgados a cada lado reflejan la pálida luz del sol crea formas fantasmagóricas en sus paredes y lo convierten en un museo de cera irreal. Y acosado por temores que brotan desde lo más profundo se defiende concentrado en el frío que le taladra la piel. No hay defensa posible, pero le sirve a la mente para distraerse de las creaciones  de su mente que lo acechan. Mueve los guantes a través de sus manos. Suben y bajan repitiéndose en esos espejos naturales. Mientras su cabeza rodeada de gorros, antiparras y todo aquello que le haga creer que lo protege se inclina sobre los pasos que en poco tiempo recorrerá.

Y mientras define su camino tiesos pingüinos fracquerosos se divierten con sus percances. Llenan de risas el aire polar, emiten sonidos que individualmente molestan a los oídos pero el conjunto es una música dodecafónica que estremece la mañana duradera. Con un sol que se ha instalado sobre el suelo resbaladizo y se empecina en no moverse. Mientras aguarda la caballería que lo venga a rescatar con su avalancha de trompetas y caras inexpresivas sonrientes, el frío lo devora. Se adivina en sus ojos recorriendo la nada llena de fantasías entumecidas.

El cielo aguarda impávido. Se pierden los límites con la superficie. El horizonte es solo un pliegue de color más intenso. No hay nubes. Solo la moneda dorada dislocada irrumpe la monotonía. Líneas quebradas, zigzagueantes imperfectas se deslizan verticalmente. Es una aurora cuasi permanente, porque no hay manera de percibir el paso del tiempo. Y el paisaje urbano de hoy es similar y a la vez tan diferente. El transcurrir de los minutos se percibe en la caravana de autos que recorren las márgenes del río. Luces rojas estancadas en semáforos aburridos. Liberados de a ratos son olas que barren avenidas ateridas. EL movimiento es previsible, da un poco de calor y viste a la ciudad de vida.

El color se va extendiendo en el techo. Acá no hay hielo que devuelva monotonía y colores opacos. La superficie no es lisa, es rugosa con elevaciones irregulares en las cuales solo rebotan rayos solares. Para eso hay que aguardar que el sol se instale, aunque debilitado. Hoy sin nubes, el espectáculo es una previsible irrupción de colores ligados al naranja, recorriendo todas las tonalidades y mezclas coloreadas. Ya las luces artificiales se van extinguiendo. El tránsito es cada vez más denso.

Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, ese es el sonido que brota de rasgaduras imperceptibles de los edificios. Expresa la sensación dominante en la ciudad, que se encuentra atada, inmovilizada por cuerdas invisibles cubiertas de escarchas. Una ciudad rebosante de coches que buscan refugios templados. De paseantes ausentes, corridos por aires escarchados. De aceras vacías, solo con pasajeros que extraviaron colectivos impuntuales.

Hoy la música es una sola. La que describe la sensación. La que bautiza a este día, la que hace que en años venideros se lo recuerde y se lo tome como referencia para comparar.

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