26/03/2013 Aprendiz de espectro

Hay sombras contra el cielo de liebres grises jugueteando en la plaza sin juegos ubicada en el cielo nocturno. Contra el negro que se va transformando en celeste brilloso, se destacan las figuras grises abandonadas a una danza volátil. Una danza de giros suaves, rondando la coreografía, una danza de juegos atacados por el cansancio de una noche de diversión continua y frenética, una danza que necesita de pastoreo sosegado. Y esa música que brotó desde los cráteres de la luna creciente y desparramó por sus alrededores festejos faunos, suavizó espectros, amplió las calles sinuosas para que las recorran brujas montadas en escobas.

Y la ciudad vibró, permitió que se trasladara la festividad a sus plazoletas, cañadones y grietas, y que rebotara para sus habitantes.

Y el cielo mutó. Desenvolvió acuarelas y las mezcló buscando sorprender. Así logró un rosa bermellonado que se apresuró a esparcir en todas direcciones, hasta donde le permitiera la curvatura del cielo. Una tonalidad intensa en su origen y difumándose a medida que se alejan sus orillas. Y las liebres agotadas, se desperezaron y estuvieron listas a (re)comenzar. Porque no eran más grises, ahora eran bermellón con toques de naranja. Sin formas definitivas van rotando y girando sobre un punto fijo. Sentadas sobre balcones de nubes escalonadas, las liebres se miraban absortas y se permitían y se regocijaban al notarse coloridas. Se hablaban sin palabras, resaltando matices que se producían al ser involuntarios espejos opacos. Lanzaban gritos de sorpresa. Esperaban al sol. Y éste les arrojó temperas anaranjadas primero y amarillas después. Con tanta fuerza que las ahuyentó y obligó a refugiarse en sus madrigueras en busca de protección.

Ya no hay liebres psicodélicas rondando en sierras colgadas del cielo, no hay liebres grises jugueteando en plazas iluminadas por la luna. Ya todo es mañana radiante, sin obstáculos.

El principiante de espectro quedó atrapado en su desconcierto, en su no adaptación a nuevas realidades que va descubriendo de golpe. Goteando se le presenta minuto a minuto nuevas experiencias. Que no alcanza a asimilar, necesita un paradigma nuevo. Es casi un problema de supervivencia. Está noche el aprendiz desolado en su presencia fue sorprendido por la luna. Siempre observó sus recorridos, a veces midió su crecimiento, a veces intentó contarle secretos íntimos. Pero ahora es diferente. Recibió sus vibraciones, escuchó sonidos resquebrajados que descendían de su superficie hasta él, descubrió objetos perdidos en sus cráteres, presintió las fuerzas perturbadoras de su lado oscuro. Se puso nervioso. Trató y logró neutralizarlas y concibió la esperanza de visitarla un día.

En su estado de sorpresa, se aisló de todo. Quedó suspendido de los rayos lunares y se dejó inundar por las sensaciones que se disparaban. Las personas lo atravesaron sin notarlo, los otros espectros siguieron haciendo lo que les daba placer. Los nigromantes buscadores de misterios enterrados en La Cañada lo miraron con interés. Evaluaron dedicarle algunos minutos, lo desecharon, era todavía muy novato. Un mago anciano, que había perdido el rumbo por distraído, se sentó a su lado sin que se percatara de su presencia.  Con la sabiduría que emanaba de su sombrero estrellado, comprendió la angustia que emanaba de su contorno. Le dedicó una mirada complaciente y le recitó unos versos de luz en las sombras.

Y sus versos en lengua extraña lograron que desde su memoria desconcertada brotaran recuerdos profundos, de una manera insólita, desacostumbrada. Eran sensaciones, situaciones. Pero los personajes que los representaban no tenían rostros, no tenían nombres. Había ruidos y elementos. Pero sin denominación conocida. Vibraba con las emociones que le despertaba, pero no reconocía a nadie. Pero lo apaciguó, fue el ancla que le permitió arribar por un rato a playas conocidas, o más o menos conocidas, pero sin sentirse totalmente extranjero.

Y el sol lo diluyó en luz contra el borde del muro de piedra de la Cañada. Sorprendido y asustado se escabulló buscando refugio. La transformación continúa.

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