14/03/2013 Fiesta de la lluvia

Día que se aparta de la normalidad mediterránea. En esta época el clima está caracterizado por sol intenso, por vientos secos que se transforman en brisas o vendavales, por nubes solitarias que pasean desafiando los rayos de luz, que además se recargan de energía en forma de calor. Hoy no. Los dioses de la lluvia danzaron toda la noche, transformándola en una melodía suave y constante, sin fisuras, sin interrupciones. Deslizaron las desde un techo más oscuro que nunca, sin estrellas que interrumpieran el negro uniforme, sin luna que alumbrara los paisajes terráqueos. Solo las luces callejeras impedían que la ciudad fuera un gran túnel profundo y desconocido.

Y el amanecer es diferente, no hay un punto que se destaque por los colores naranja, bermellón, rosa. Hoy las tonalidades no se expanden como líquido derramado en una cazuela de barro, como la transmisión de una buena noticia, un meme sin dueño. Las nubes van tomando color gris acerado. Son iluminadas por tubos fluorescentes colgados de la nada. Los edificios dejan de ser sombras y ahora son cuerpos que esconden el horizonte lejano. La claridad se va imponiendo lentamente, va desplazando a la noche.

En las calles los reflejos de las luminarias amarillas se prolongan en líneas reflejadas en un asfalto brilloso, pulido por la lluvia que erosionó su superficie arrastrando cuerpos extraños y polvo molesto. Los autos hipnotizados, se montaban sobre las calles como un riel de ferrocarril que los guíara por caminos tiranos, sin posibilidad de salirse de las vías prefijadas. Estelas rojas brillantes, adornos dinámicos que flotan ordenadamente persiguiendo gotas leves. Y las luces tricolores de los semáforos viajan decenas de metros convirtiendo el negro del pavimento lustroso en pinturas abstractas geométricas. Cuadros que se recrean continuamente logrando efectos narcóticos.

La fiesta es en las aceras y las bocacalles. Paraguas sonrientes, abiertos a la llovizna, receptores ansiosos, van captando toda el agua que pueden y la deslizan en combas redondeadas hacia las veredas. El sonido de percusión contra las telas tapa los estrépitos callejeros. Las gotas, traviesas, se acumulan en los espacios que dejan baldosas rotas o atraviesan grietas hacia la tierra oculta. Son trampas para el futuro inmediato, encerronas que se harán visibles cuando unos zapatos distraídos se lo lleven por delante. El agua brotará como una fuente minúscula,  lanzando chorros delgados contra pantalones, polleras, carteras. Y los charcos rebozarán de alegría y sus risas solo serán apagadas por las imprecaciones de las víctimas. Serán acompañados en sus bromas lluviosas por mini cataratas lanzadas desde neumáticos inescrupulosos que circulan carca de los cordones.

La ciudad se divierte. Ha invitado a dioses extraños y poco conocidos. Sin publicitar ni hacer mención al evento, organizó en el anfiteatro griego una bacanal austera de deidades de la lluvia. La primera en llegar fue la japonesa Ameonna, espíritu femenino, capaz de atraer la lluvia con sólo lamerse la mano, que durante la mañana recorre las comarcas en forma de una nube y de noche se vuelve lluvia. Vestida de gris, el pelo negro largo, llegando casi a la cintura, cantando suaves loas húmedas se ubico en el centro.

Los Tlaloques aztecas irrumpieron con tamboriles y flautas de caña adornadas de colores azules y verdes. Haciendo ostentación de sus vasijas en las que juntan pacientemente agua, sin interrupción. Y es el trueno de voz profunda y grave el que rompe sus cuencos provocando la lluvia,

A los hindúes Maruts les solicitaron que enviaran uno solo, violentos y agresivos en la última reunión se comportaron como barrabravas, Portando armas, rayos y relámpagos, rugiendo como leones desatados provocaron desmanes y asustaron a sus compañeros de festejos. 

Faltó Poseidón, dueño de las aguas oceánicas. Origen y fin de todo líquido. Pero envió a sus emisarios, una sirena con una réplica del tridente. ………………….

——————– INCONCLUSO, continuará

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